Los indígenas asháninka llaman a la ayahuasca hananeroca: la enredadera del río celestial. Un nombre que alude al río en que las almas de los muertos se bañan para volverse eternas. Las culturas chamánicas comprenden que, más allá de la cura de ciertas enfermedades, el «camino de la ayahuasca» sirve para aprender a trascender la vida.
Desde la Amazonia colombiana hasta las aulas del Instituto Esalen, de los laboratorios de California a los rituales brasileños del Santo Daime, el Dr. Claudio Naranjo acumula cincuenta años de investigaciones con ayahuasca que ahora nos brinda en un relato claro y valiente sobre la aplicación de plantas sagradas en psicoterapia.