He aquí el segundo tomo de las Novelas ejemplares que Miguel de Cervantes escribió entre 1590 y 1612.   En un principio, estas novelas recibieron el nombre de Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento.
Félix L. deVega tuvo que reconocer la ejemplaridad de las novelas cervantinas, por más a regañadientes que lo hiciese, en el sentido de que el único modelo a seguir en España, el único que él puede recordar y citar es de Cervantes. Para escribir novelas cortas había que modelarse en las de Miguel, que en este sentido eran ejemplares. Detrás de Miguel de Cervantes, en España, no había nada. Y esto lo sabía muy bien el manco sano, como lo demuestra cada línea del prólogo que él puso a sus novelitas.           —{de la introducción de Juan Bautista Avalle-Arce}