Cuando Kafka escribió esta carta bajo el pretexto de fundamentar ante su padre el miedo que sentía por él, utilizó todas sus argucias de abogado. Sabemos esto ya que él mismo hubo de confesárselo a Milena Jessenska, su segundo gran amor, a quien le permitió la lectura del original, aunque en éste se hablase de ella. Esta carta debió haber sido quemada por Max Brod. Al salvarla de la hoguera, éste salvó la llave maestra de todos los escritos de Kafka. En ella se basan todas las interpretaciones de lo que el autor denominaba “el revolverse de la mosca en la hoja de papel engomado”, es decir, él mismo en su casa paterna.