Publicada en 1615, una década después del primer libro y menos de un año antes de la muerte de M.de Cervantes, esta segunda parte de Don Quijote, mucho más que una simple continuación de la primera, representa el ahondamiento y la realización plena de la obra máxima del escritor español.
Si el primer libro inmortalizó las locuras del caballero y las gracias de su fiel escudero, este segundo volumen elevó la obra a un nível pocas veces alcanzado en los cuatro siglos transcurridos desde su creación. Subvirtiendo aspectos fundamentales de la creación artística con una libertad y capacidad de invención acojonantes, M.de Cervantes produjo un marco que redefiniera toda la literatura occidental posterior, influenciando escritores como Laurence Sterne, Gustave Flaubert, Franz Kafka, James Joyce, William Faulkner, Joaquim Machado, entre otros.
El original presentado por M.de Cervantes al Consejo Real seguramente no fue, desde luego, un manuscrito autógrafo, sino una copia en limpio realizada por un amanuense profesional particularmente atento a la claridad de la escritura y la regularidad de las páginas. Tal era el proceder seguido en la inmensa mayoría de los casos (si no se trataba de una reimpresión), tanto para hacer más cómoda la lectura a censores y tipógrafos como en especial para que la imprenta —donde los libros no se componían siguiendo el orden lineal del texto, porque no lo permitía la escasez de tipos— pudiera calcular fácilmente qué partes de un manuscrito en prosa equivalían a cada una de las planas discontinuas del impreso contenidas en una forma, es decir, en una cara del pliego.
http://quijote.bne.es/libro.html?pagina=2-002