Carlos 17/07/2018
"...donde hay celos y rencillas, allí hay desorden y toda clase de malas obras" (Santiago 3,16).
La calidad de este libro es sencillamente incuestionable, tanta que cinco estrellas no son suficientes para reflejar la maravilla contenida en tan pocas páginas. Este es el primer libro que leo del gran Lev Tolstoi y, ciertamente, no será el último. Su genio literario es, sencillamente, como se diría en buen francés superbe!
De entrada he de señalar que este libro rezuma pensamientos y sentimientos tan extremos con relación al matrimonio y al rol de la mujer que resultan excesivamente conservadores incluso para la época y el lugar en el que esta obra fue escrita; las ideas expuestas por el protagonista me resultan chocantes incluso para mí, que desde mi más tierna juventud me declaro conservador y de derecha, pero ciertos extremismos no me agradan.
No me resulta fácil clasificar o, incluso, asignar una categoría específica al tipo de ideas y pensamientos que el protagonista expone sobre todo en relación al sexo y al rol del sexo en un matrimonio. Algo que es completamente normal en cualquier relación y más en un matrimonio es expuesto aquí como la causa última de todos los males que aquejan al mundo. Ciertamente, en todas las épocas el interés por el sexo ha motivado todo tipo de acciones (un ejemplo incluso lo hallamos en la Biblia en el interés carnal que manifestó David por Betsabé, consumada su relación y habiendo quedado ésta embarazada, decidió deshacerse de su marido, ver 2Sam 11,1-16), pero no al punto relatado en este libro.
Considero que el punto central de esta obra son los celos, éstos son el verdadero desencadenante de las acciones fatales que llevan al desenlace de la obra y, tal como se expone en la cita bíblica con la que se inicia esta reseña, donde están éstos, pasa de todo. Tolstoi no inventó la pólvora al relatar como unos celos desmedidos condujeron al personaje narrador a actuar como lo hizo, sino que se limita a relatar algo que, lamentablemente, era ya corriente en su tiempo y sigue, muy a pesar de todos los esfuerzos, sigue siendo un mal endémico de la sociedad a día de hoy.
Basta con observar los noticieros o echar una rápida lectura a cualquier periódico para percibir que la tasa de asesinatos cuyas víctimas son mujeres a manos de parejas o ex parejas es alarmante, este es un mal que aqueja tanto a Paraguay (mi país) como a toda Latinoamérica e incluso parte de Europa. Tan solo piénsese en este libro escrito en Rusia en el siglo XIX y compárese con la situación actual, personajes como Pózdnyshev las hay a montones y no en las páginas de un libro, sino en la vida real, dejando que sus celos los carcoman y matando mujeres reales a raíz de ello. Lo acertado de la cita de la carta de Santiago queda patente con la sola observación de la realidad.
Recuerdo haber leído en una revista especializada de Psicología que una persona afectada por los celos es capaz de ver fantasmas donde no existen. Tolstoi nos muestra en este libro el perfecto ejemplo de ello. En verdad, no sabemos si de veras ocurre o no un contacto sexual entre la esposa de Pózdnyshev y el músico, pero en la mente de éste (y para un celoso esto es suficiente) ello ya había ocurrido y era suficiente.
He de decir que durante toda la lectura el aplomo con la que Pózdnyshev relata lo ocurrido me ha dejado turbado, anonadado, éste no expresa autocompasión, pero sus absurdas palabras son un intento por justificar lo injustificable; Tolstoi, desde mi punto de vista, construyó un, como le llamaríamos en Paraguay, "caradura" perfecto.
Finalmente, he de decir no creo que todas las ideas expuestas en el libro con relación al sexo, al rol del sexo en la vida de las personas y de los matrimonios, en cuanto al papel de la mujer sean ideas que correspondan únicamente al personaje encargado del relato, sino que, y de ello estoy casi convencido, corresponden al mismo Tolstoi. Existen autores, como Dostoyevski, que dejan hablar al personaje sin involucrarse directamente en la historia y dejando sobre éstos todo el peso de la narración. Otros, en cambio, hacen uso de la voz tercerizada que les proporciona la literatura para hablar a través de sus personajes. No sé si será así en otras obras suyas, pero en ésta, es Tolstoi quien habla a través de Pózdnyshev, y el rumbo que tomó su vida en cierto momento constituye un fuerte fundamento que apoya mi pensamiento.
Tolstoi escribió obras maestras hiper-voluminosas como Anna Karennina y Guerra y paz y otras obras mucho más cortas, como este libro, pero no por ello menos intensas, de menor calidad, como ya decía Pushkin, no hace falta escribir textos largos para escribir algo de calidad. Este corto librito es la muestra perfecta de ello.
Nos veremos de vuelta, Tolstoi.